Ironía, somos tema de agradable conversación, de sonrisas más falsas que la llegada del hombre a marte. Viviendo frente al paredón de fusilamiento, recibiendo tormentas de miradas, más contaminadas que las aguas del Ulúa. Amenazados a no levantar la mano y expresar nuestras dudas, o seremos excluidos. Tildados de “eruditos” por no decirlo de otra manera.
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